TÉCNICAS DE HABILIDADES SOCIALES
CÓMO HACER PETICIONES DE FORMA ASERTIVA
Lo primero, analizar la situación, teniendo en cuenta:
– Objetivos
– Características.
– Momento.
Mientras estás haciendo la petición, o justo antes de hacerla, cuida lo que te dices a ti mismo interiormente. Procura que no sean exigencias hacia tu propia persona o hacia el otro: tienes derecho a pedir, pero también los otros tienen derecho a no concederte lo que pides.
El miedo al rechazo suele estar presente en las personas con tendencia a ser inhibidas en el momento de realizar la petición. Este miedo es como la profecía que se cumple a sí misma: si la persona que tiene que darte lo que pides nota que tú estás pensando que te va a decir que no, tenderá a decirte justamente eso, que no puede acceder a tu petición. El efecto también se produce si, por el contrario, en lugar de tener miedo estás casi convencido de que la persona va a acceder a tu petición. La forma en que la realizamos refleja, aunque no nos demos cuenta, lo que estamos pensando en ese momento, y así lo percibe la persona a la que nos dirigimos. Y a no ser que se trate de una persona a la que le guste llevar la contraria de forma sistemática, habrá más posibilidades de que acceda a nuestra petición si ve que nosotros estamos convencidos de que nos va a decir que no que si la hacemos con miedo a que nos diga que no.
Cómo pedimos
Hacerlo de forma clara, concreta, directa y no contradictoria. No esperar a que los demás adivinen nuestros pensamientos. Es importante hablar con un tono de voz amable y moderado, procurando congruencia entre tus mensajes verbales y no verbales, manteniendo el contacto visual (sin pasarse, nunca mirar fijamente) y la distancia apropiada.
Para sintonizar con el otro, suele funcionar resaltar lo que tienes en común con él. Comunicarle el interés que tiene para ti lo que pides, y si a él también le viene bien, explicárselo.
Evitar inducir a que te rechacen. Ej.: “ya sé que es una tontería por mi parte, pero…”, porque predispone a que no te tomen en serio.
No te sientas obligado a dar explicaciones ni pedir disculpas innecesarias. Dar sólo las especificaciones necesarias para que la persona tenga claro qué es lo que le estás pidiendo.
Confirma que el otro te ha entendido, en la expresión de su cara lo notarás. No obstante, si es necesario, se lo preguntas.
No presiones. Si accede, se lo agradeces, y si está dudoso, le dices que se tome un tiempo.
Si nos rechazan
Si el “no” es muy claro, no insistir, a menos que nos importe mucho, pero aún así cuidado de no ponerse pesados. No apelar al “sentido común” (no eres un buen amigo si no me ayudas). Si aprendemos a encajar el rechazo, será más fácil aprender a pedir.
Si te cuesta pedir, hay que buscar que creencias irracionales sostienen tu timidez. Una vez encontradas, la forma de cambiar es actuar en contra de ellas. O sea, hacer muchas peticiones. Aunque te digan que no, te vas a sentir bien contigo mismo porque al menos lo has intentado.
CÓMO SER PERSUASIVOS
Ser asertivo implica no manipular ni engañar, sino buscar soluciones. Se pueden aumentar las probabilidades de que accedan a nuestras peticiones sin atentar contra el derecho ajeno.
Ser persistentes
Los inhibidos se dan por vencidos la primera vez que los rechazan. Los asertivos persisten, sin enfadarse ni levantar la voz, sin alegar excusas ni dar excesivas explicaciones. Puedes preguntarle al otro cuáles son sus razones para no acceder a tus peticiones y cuestionarlas con suavidad, buscando alternativas e intentando llegar a un consenso.
Técnica del disco rayado
Repetirnos una y otra vez, de forma tranquila y serena, para:
– Aferrarnos a lo principal sin desviarnos de ello.
– Seguir diciendo lo que queremos, ignorando todos los intentos de desviar la cuestión o de manipularnos.
– Ejercer nuestro derecho a pedir de forma razonable, insistiendo hasta que el otro accede o nos da una respuesta aceptable.
En esta técnica hay que cuidar que no nos asalte la idea irracional de “si me dicen que no, no puedo seguir insistiendo”. No se trata de ponerse pesados, pero tampoco desistir a la primera si consideramos razonable lo que estamos pidiendo.
No obstante, hay que ser prudentes con esta técnica, puede molestar, dependiendo a quién se la hagas.
Flexibilidad
Es un rasgo común a todos los comunicadores eficaces. Supone aprender a sintonizar con nuestro interlocutor para ser capaces de modificar la forma en que le transmitimos nuestros mensajes. O sea, adaptarnos a su forma de pensar y de ver las cosas, su punto de vista.
Para ser convincentes hay que ser humildes, aceptando la posibilidad de que podemos equivocarnos y respetar la opinión de la otra persona (no se puede obligar a nadie). Si admites que puedes equivocarte, paras cualquier discusión y facilitas que el otro adopte una postura similar.
Frases como “yo entiendo que…” “me da la impresión…” “así me parece, si no estoy equivocado…”, son más apropiadas que palabras como “absolutamente” o “indiscutiblemente”, que pueden provocar reacciones negativas en los demás.
Conviene pensar que la mayor responsabilidad de la comunicación corresponde a uno mismo. Si quieres transmitir amabilidad pero notas que el otro percibe intromisión, habrá que pensar como modificamos la comunicación para hacerle llegar bien nuestro mensaje.
Predisponer a los demás a nuestro favor
Se trata de buscar dar a los demás cosas que para ellos son vitales y que no sólo no suponen ninguna pérdida para nosotros, sino que incluso nos enriquecemos al otorgarlas. La gente, en muchas ocasiones, necesita que le apoyen para reforzar su autoestima. Reconociendo sus méritos, respetándolos y teniendo en cuenta sus opiniones conseguiremos una buena predisposición.
Otra forma de conseguir que los demás hagan algo por nosotros es conseguir que quieran hacerlo y que deseen agradarnos accediendo a lo que queremos. En lugar de insistir en lo que nosotros deseamos, se puede optar por hablar de lo que a la otra persona le interesa, y ayudarle a conseguirlo de algún modo. Así estará más predispuesto, posteriormente a hacernos el favor a nosotros.
Aserción empática
Expresar nuestros sentimientos acerca de lo que necesitamos y pedimos, para de esta forma potenciar la empatía en los demás y que entiendan nuestro punto de vista.
Fomentar emociones positivas en los demás
Fomentando en los otros emociones como la alegría, satisfacción, placer, amistas, confianza, autoestima, tendremos más capacidad para influir en ellos.
Consejillos:
– Hacer que nuestra petición resulte atractiva. Preguntarnos por qué le interesaría hacernos el favor.
– Procurar que la otra persona se sienta importante y apreciada. Los perros se ganan la vida sólo con ser cariñosos con el dueño. Se ganan más amigos interesándose por los demás que pretendiendo que se interesen por uno. Si te lo pasas bien cuando estás con los demás ellos lo pasarán bien contigo.
– Mostrarnos de acuerdo en lo posible. No resaltar nuestras diferencias de opinión. Mejor destacar los puntos comunes.
– Hablar de los temas que interesan al otro y escuchar sus opiniones con interés. (Aunque no estemos de acuerdo). Si tiene unas ideas pendientes de expresar no nos va a escuchar. A cualquiera le interesa más lo suyo propio que lo de los demás.
– Si sospechamos que el otro se puede oponer a nuestra petición, formularla indirectamente. A mucha gente no le gusta que le digan lo que tiene que hacer, con lo cual es mejor que lo descubran por sí mismos. Se pueden hacer preguntas planteándole el problema.
La técnica del sándwich
Incluir la petición entre dos frases positivas. “Has hecho un buen trabajo, este informe necesita unas pequeñas rectificaciones que te he indicado, pero está muy bien hecho”. La frase inicial funciona mejor si valora positivamente a la persona, señala alguna cualidad o le expresa empatía. Al sentirse escuchado, se mostrará más dispuesto a su vez a escuchar.
Esta técnica se puede utilizar también para rechazar peticiones, y en tal caso la frase positiva final es muy importante. Puede consistir en una alternativa a lo que nos han propuesto que resulte beneficiosa para ambas partes.
RECHAZAR PETICIONES: APRENDER A DECIR “NO” DE FORMA ASERTIVA
Si hacemos lo que los demás nos piden en contra de nuestros deseos, al final acabaremos sintiéndonos enfadados con nosotros mismos y con la otra persona. Si das excusas, el otro insistirá, tú acabarás harto y el otro desesperado.
Inhibición, agresividad y asertividad al rechazar peticiones
Cuando se siente o piensa de forma no asertiva, transmitimos nuestra actitud (agresiva o inhibida) a través de lenguaje no verbal, por más que nos empeñemos en hablar adecuadamente. Hay que creer firmemente que estamos en nuestro derecho de decir NO.
Pensamientos que dificultan la asertividad al rechazar peticiones
Las exigencias hacia los demás hacen que tendamos a rechazar con agresividad. Las exigencias hacia uno mismo suelen provocar inhibición y nos sentimos incapaces de negar lo que nos piden. Tened en cuenta, como al hacer peticiones, los pensamientos que están en vuestra mente cuando rechazáis.
Antes de responder, analizar la situación
La reformulación es muy útil. Hay personas con una habilidad especial para hacerte ver un gran favor como algo muy pequeño. Por ejemplo, un amigo que quiere que le hagamos el favor de cuidar su hijo durante el fin de semana puede empezar por comentar que necesita unas pequeñas vacaciones, que le vendría muy bien a su matrimonio pasar unas mini-vacaciones juntos, que sus suegros no llevan muy bien quedarse con su hijo y que tú eres su mejor amigo… le estás viendo venir y no te apetece nada quedarte ese fin de semana en casa aguantando a un niño bastante maleducado. Entonces le haces la pregunta directa a tu amigo, así, a bocajarro: “¿me estás pidiendo que me quede con tu hijo todo el fin de semana?”. La persona “al verse descubierta” no mostrará tanta ofensa si le deniegas tu ayuda. Recuerda que tú eres tu propio juez, tienes derecho a decirle que no. Eso sí, aunque rechaces, conviene mantener una buena relación y mostrar actitudes que predispongan al otro a nuestro favor.
Expresar la negativa de forma clara, breve y amable
No dar rodeos. Está decidido. No más. Si es bajo determinadas condiciones, expresarlo. Intentar ser amable al rechazar la petición, ya que la otra persona puede sentirse herida. Se pueden asimismo dar explicaciones y recurrir a la empatía: “entiendo que te gustaría que… pero…”.
Qué hacer si se ponen pesados
Se le pueden dar razones, pero no excusas. Es fácil que el otro se dé cuenta de que mientes y desconfíe de ti o te pierda el respeto. Si sigue insistiendo:
– Decir simplemente “no”.
– Reexaminar el problema e intentar negociar.
– Expresarte con firmeza. Te agradezco que no insistas, no quiero hacerlo.
– Ignorarle, pasar a ver otros asuntos.
– Usar la técnica del “disco rayado”, como al realizar peticiones. Especialmente recomendado con personas que no nos interesan demasiado. Se puede combinar con la empatía: “entiendo muy bien… pero ya te he dicho que…” o con expresión de sentimientos positivos “sabes que te aprecio mucho, y me sabe mal decirte que no, pero…”.