COVID-19: La inmovilidad

Una de las cosas que suelo recomendar a prácticamente todos mis pacientes, sobre todo a aquéllos que padecen de ansiedad y/o depresión, es hacer deporte o, al menos, ejercicio físico. Es algo a lo que por desgracia no se le da mucha importancia, relegándolo al último lugar de las prioridades de muchas personas, incluso tras actividades menos saludables como ver telebasura.

No obstante, está demostrado que la actividad física es beneficiosa no sólo para la ansiedad y la depresión, sino que mejora la concentración, aumenta el rendimiento intelectual, reduce el estrés, favorece las relaciones sociales, permite dormir mejor, disminuye la irritabilidad, etc. Pero, claro, es más importante para muchos sentarse en el sofá a escuchar las tonterías que se dicen en ciertos programas de televisión, para luego poder despotricar contra tal o cuál famoso que hace o dice o se junta con fulano o mengana.

Para gustos están los colores, como se suele decir, pero curiosamente hay bastantes más personas sedentarias con problemas de salud, tanto física como mental, que personas activas. Por algo, digo yo, recomendarán las autoridades sanitarias hacer ejercicio. El problema con el que yo ahora me encuentro, a la hora de recomendar a una persona mayor salir al parque a dar un paseo para que no se anquilose y la luz del sol le anime, es que no puede hacerlo. Ni tampoco le puedo decir a un joven que se pone muy nervioso en los exámenes de la universidad, que vaya al gimnasio o salga a correr para bajar su nivel de activación general. ¿Qué opciones tengo?

Como comenté en el artículo anterior, el sol tiene efectos antidepresivos y también ansiolíticos, así que, si tenéis terraza, azotea o jardín, procurad, si hace bueno, pasar allí un buen rato al día. Si sólo es una ventana, sentaros a leer o a hacer otras labores cerca de la misma. Y si estáis en un piso interior, al menos salid a hacer la compra o a pasear el perro cuando haga más sol. Esto, por supuesto, para quien no tiene problemas de piel y si los tiene, ponerse protección. Esperemos que esta pandemia no se alargue hasta el verano…

En cuanto al ejercicio físico, el impacto de no hacerlo variará en función de la persona y de la intensidad o dedicación con que lo realizaba. Voy a hablar en este artículo de las personas sedentarias y en el siguiente hablaré de los deportistas. Lógicamente, el “encierro” nos afecta más a los segundos que a los primeros, pero, aunque una persona sedentaria no tenga el mismo “mono” de endorfinas, con el encierro se pierde mucha movilidad: la de ocio en todos los casos (ir al cine, de compras, etc.) y la del desplazamiento al lugar de trabajo de aquellos que ahora no pueden trabajar o teletrabajan. Y eso se nota, tanto a nivel físico (te anquilosas) como mental (ansiedad, irritabilidad… lo que hablé en el artículo anterior). Si, además, tu trabajo era físico, lo vas a notar casi tanto, o más, que un deportista.

Por otro lado, trabajando en casa, si los hijos no te están reclamando para jugar con ellos probablemente estés más concentrado y no levantes la vista del ordenador. No tienes compañeros con los que charlar en la hora del café, ni jefe que te llame al despacho, ni reuniones. O sea, menos movilidad aún. Es recomendable, por tanto, que te pongas una alarma cada 1-2 horas para levantarte y moverte, aunque sean 5-10 minutos. Algún estiramiento no estaría de más. Incluso puedes bajar y subir las escaleras de tu bloque (con las debidas precauciones respecto al resto de los vecinos) para recordarle a tus piernas que están “vivas”.

Respecto a la gente que ahora no puede trabajar, como tienen más tiempo libre, es importante establecer unos hábitos en casa para evitar estar muy ocioso y darle vueltas a la cabeza, o pasarte el día viendo las noticias a ver cómo evoluciona la pandemia. En los medios se habla mucho de ponerse un horario, pero tampoco creo que sea tan necesario. Lo verdaderamente importante es acostarte y levantarte siempre alrededor de la misma hora, para no volver loco a tu cerebro, y luego mantenerte activo como si estuvieras trabajando. Da igual como te organices, la clave es pararte poco. Como cuando trabajabas: si sólo descansabas tras la cena, lo mismo ahora. Si tenías costumbre de estar un rato viendo la tele antes de cenar, lo mismo. Pero no te pongas delante de la “caja tonta” 16 horas al día. Luego explico por qué.

Más sugerencia de cosas que se pueden hacer sin salir de casa:

  • Recuperar alguna vieja afición, aunque sea de niño (¿alguien conserva el Scalextric?)
  • Aprender un nuevo idioma, hay muchas app gratuitas y muy divertidas.
  • Cocinar nuevas recetas.
  • Organizar y clasificar los millones de fotos que tienes en el móvil, e incluso hacer algún álbum impreso.
  • Probar nuevas aficiones: cosas que crees que te pueden gustar, como dibujar, pintar, hacer maquetas, manualidades, puzles…
  • Las más conocidas: leer, escuchar música… pero no mucho rato, porque (insisto) ¡hay que moverse!
  • Formarte: hay muchas plataformas on-line con cursos que te pueden resultar muy interesantes y/o útiles.

Si, además, vives solo, esta va a ser de las pocas veces que recomiende las redes sociales. No suelo hacerlo porque pueden resultar adictivas, y es mucho mejor el contacto humano, pero como ahora no se puede, pueden ayudar a las personas que viven solas. Ojo: con mesura, sin pasarse. Y también hablar con tus seres queridos a través de videoconferencias, o al menos por teléfono.

Lo que no os recomiendo es que os paséis el día viendo series, películas y/o programas de televisión. Por el motivo por el que he comenzado este artículo: aunque no seáis deportistas, moverse es necesario no sólo para no anquilosarse, sino también como satisfacción personal. Tras una tarde viendo la tele ¿qué te queda? El trasero cuadrado de estar en el sofá. Si, en cambio, has conseguido hacer una buena receta, al menos has estado de pie en la cocina, moviéndote, y no sólo ves el fruto de tu esfuerzo, sino que encima te lo comes y lo disfrutas. Y eso es lo que más necesitamos ahora: nuevas fuentes de recompensa. Ya que no las tenemos fuera, habrá que buscarlas en casa ¿no?