La dependencia del ejercicio fue definida por las autoras de la Exercise Dependence Scale (EDS), Hausenblas & Downs (2002a, p. 90) como un deseo de realizar actividad física en el tiempo libre, que ocasiona un comportamiento incontrolable de exceso de ejercicio, y que se manifiesta en síntomas fisiológicos y/o psicológicos.
Davis, Brewer y Ratusny (1993, p. 612) definen la dependencia de ejercicio como »una actividad física que es extrema en la frecuencia y duración, relativamente resistente al cambio, y que puede estar acompañada por un impulso irresistible para llevar a cabo incluso a pesar de padecer lesiones, fatiga, o tener otras demandas personales».
Delatorre (1995) describe 3 perfiles distintos:
– Neurótico de la salud, aquel individuo que hace ejercicio para conseguir una mejora en su vida.
– Compulsivo, el que utiliza el ejercicio para llevar una rígida rutina que le sirve para sentirse moralmente superior.
– Adicto, cuando el ejercicio domina su vida, y es un regulador de su afecto y su equilibrio interno.
Draeger, Yates y Crowell (2005, p. 14) utilizan el término “ejercicio obligatorio” para describir a “una persona que se siente impelida u obligada a continuar realizando ejercicio a pesar de correr el riesgo de padecer reacciones fisiológicas (sobre-entrenamiento o lesión) o psicológicas (aislamiento social) adversas”. Estos autores encontraron sujetos con un excesivo compromiso hacia sus sesiones de entrenamiento. Realizando una revisión sobre el tema, descubrieron este efecto en corredores, gimnastas, culturistas, halterófilos, luchadores y bailarines. Asimismo, fue encontrado en personas que realizan ejercicio de forma recreativa y en personas con trastornos alimentarios (TCAs). Entre los términos utilizados para describir este fenómeno citan:
– Trastorno de la actividad.
– Atletismo compulsivo.
– Ejercicio excesivo.
– Adicción al ejercicio.
– Dependencia del ejercicio.
– Ejercicio obligatorio.
– Correr obligatorio.
– Adicción a correr.
Por otro lado, el concepto de “ejercicio excesivo” queda reflejado en el DSM-IV-TR dentro de los trastornos de la alimentación, donde consideran excesivo “el ejercicio que interfiere de manera significativa en las actividades importantes, cuando se produce a horas poco habituales, en lugares poco apropiados, o cuando el individuo continúa realizándolo a pesar de estar lesionado o presentar alguna enfermedad”.
Para Arbinaga y Caracuel (2007, p. 550) “el deporte puede convertirse en un problema cuando se realiza en intensidades y frecuencias cuyas consecuencias son el deterioro y/o malestar. Esto implica un repertorio de conductas que van más allá de lo estrictamente necesario para mantener la forma física o realizar un entrenamiento ajustado a las necesidades del sujeto y/o de la competición para la que se prepara”.