COVID-19: El aburrimiento

Lo he oído varias veces en los medios. Hablan de ese estado casi desconocido para mí: estar aburrida. Soy muy inquieta y tengo muchas aficiones, con lo cual sólo me aburro si tengo que estar forzada en algún sitio donde cuentan o hacen algo que no me aporta nada, y encima no puedo trastear con el móvil. En lo que llevamos de cuarentena, al tener menos trabajo, he aprovechado para hacer varias de las cosas que os he comentado en los artículos, y retomar lo de escribir, como podéis comprobar. Pero la verdad es que, reflexionando, reflexionando, sí que creo que estoy aburrida de:

  • Las calles semi desiertas.
  • Ver a la gente por la calle con mascarilla y guantes.
  • Las empresas que dicen que te ayudan y te cuidan, aprovechando la pandemia, para que compres sus productos.
  • Los aplausos de las 8: no es que no quiera aplaudir a mis colegas sanitarios, es que me gustaría que no hubiera que aplaudirlos. Quiero que dejen de ser héroes que mueren por salvar vidas, que tengan todos los medios que necesitan para trabajar sin agobios y sin peligro y los sueldos de los futbolistas famosos, que ellos sí se los merecen.
  • El “resistiré” sonando a todas horas, aunque sea con diferentes cantantes. Me está dejando de gustar la canción de tanto machacarla.
  • Estar encerrada entre cuatro paredes.
  • Vivir en una ciudad y no ver más allá del pino de la esquina al otro lado de mi ventana.
  • Ver a mi gente a través de una pantalla.
  • Los eternos discursos repitiéndose y diciendo lo obvio de los políticos.
  • Las peleas de estos últimos.
  • Los bulos que rulan de un lado a otro, y que sólo sirven para crear confusión y meter miedo.
  • El imperativo del “quédate en casa”: que ya lo seeeee ¡a ver si por fin nos dejan salir a hacer deporte!

Claro que no todo es aburrimiento. Hay otras cosas de las que no me canso jamás:

  • De mis seres queridos, incluidos los que maúllan en vez de hablar.
  • Escribir.
  • Acariciar a mis gatos.
  • Entrenar, aunque sea en poco espacio.
  • Cocinar e inventarme recetas.
  • Ver antiguas gestas míticas de ciclismo en la tele.
  • Hacer apaños en casa.
  • Organizar armarios.
  • Disfrutar de pelis que tenía grabadas y no había tenido tiempo de ver.
  • Bailar en casa ¡por fin uso la cadena de música!

Y las que echo de menos:

  • El gimnasio.
  • La bici.
  • Coger el coche y… ¡carretera y manta!
  • Las cañas con los colegas.
  • Los besos y los abrazos.
  • Pasear por el monte.
  • Correr por el parque.
  • Tratar presencialmente a mis pacientes.
  • Viajar.
  • Ir al cine.

Si de algo puede servir el confinamiento, es de permitirte, si tienes más tiempo, hacer este tipo de reflexiones. Yo estoy tan acostumbrada a pensar en cómo ayudar a mis pacientes que me olvido de qué es lo que quiero yo, quién soy, qué es lo que me gusta, lo que menos, y cuáles son mis objetivos. Un ejercicio como éste que acabo de hacer os puede venir muy bien para conoceros un poco mejor ¡animaros a hacerlo!