Control peso: ansiedad

Las personas que sufren un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) como pueden ser la bulimia o comer compulsivamente, suelen recurrir a la comida como escape de la ansiedad. Comer aquello que «te apetece» tiene el valor de una recompensa, un pequeño placer, que te produce relajación. Aunque no tengáis un TCA, utilizar la comida como recompensa no es recomendable si quieres perder peso. Por este motivo, en el artículo sobre la motivación os comenté que los premios por conseguir los objetivos que nos íbamos planteando no podían ser una comida.

Por tanto, el impulso que nos lleva a pasarnos con la comida o a tomar alimentos poco saludables puede proceder de:

  • Querer «resarcirnos» de un mal momento. Por ejemplo: hoy he tenido un día muy estresado, me merezco comerme ese dulce que tanto me gusta.
  • El aburrimiento: no encuentras nada que te entretenga y/o que te haga sentir bien y optas por atacar la nevera.
  • A causa de la dieta en sí: si en lugar de comer saludable te limitas a comer menos, tu estómago se va a quejar de esa sensación de vacío. Y si comes los alimentos pensando que no están buenos y cómo echas de menos lo que comías antes, tú misma te generas la ansiedad.

El tercer punto puede ir unido con el primero: para comer lo que quieres te pones la excusa de que estás estresado. Por eso tanto los dietistas como los psicólogos no solemos recomendar lo que es una dieta como tal, sino aprender a comer saludable. Si has engordado, haces una dieta y luego vuelves a comer lo mismo volverás a engordar. Se trata de cambiar de hábitos, como supongo habréis oído muchas veces. Y dentro de ese cambio hay algo fundamental: quitar ese valor de recompensa que se le da a aquellos alimentos que más engordan.

La creencia popular de «todo lo bueno engorda» no es cierta. Hay cosas riquísimas con muy pocas calorías y muchos nutrientes. Ese mito se debe a que todo aquello que aparece como «prohibido» resulta más atractivo por la tendencia que tenemos los seres humanos a revelarnos. Está escrito en nuestros genes: si no hay rebelión no hay progreso, no hay evolución. Pero si te saltas una norma, hazlo con cabeza: en su día fumar estaba considerado un símbolo de libertad, hoy día sabemos que sólo es una forma de matarnos día a día. La asociación entre el tabaco y la vida bohemia y/o independiente probablemente fue montado por las grandes compañías para vender su producto. Pues al igual que fumar no es sano, tampoco lo es caer una y otra vez en la comida hipercalórica. No es ahí donde tienes que revelarte.

A menudo escucho a muchas personas con exceso de peso hablar de los chuletones, las fabadas, los cocidos cargados de tocino o las paellas repletas de tropezones, como grandes manjares. Y a mí me miran raro cuando digo que mi plato favorito es la tortilla de alcachofas y que adoro el gazpacho, como si estos platos no fueran «comida de verdad».

Si cuando controlas tu ingesta lo haces pensando «qué triste, lo que daría yo por una gran hamburguesa con patatas fritas» la ansiedad va a estar presente en cada bocado que comas y nunca vas a ser capaz de apreciar el sabor de una buena verdura, pescado, o de la cocina con menos grasa y menos azúcar. Céntrate en lo que estás comiendo y no en lo que has dejado de comer, y aunque sea comida saludable, se puede hacer de formas muy ricas, no es necesario pasarse el día comiendo verde sin aliñar como si fueras una cabra para conseguir bajar peso, hay muchas recetas por internet muy sabrosas.

Volviendo a los puntos primero y segundo, para no recurrir a la comida como escape al aburrimiento o al estrés, haced una lista de otras cosas que os hacen sentir bien o relajaros en lugar de la comida, y optad por una de ellas. Por ejemplo, escuchar música, leer un libro, dar un paseo, hacer ejercicio, practicar alguna afición como pintar, escribir… cada uno que escoja lo que más le guste y elija esa otra opción. Al estar más entretenidos y/o relajados, evitaremos recurrir a la comida para sentirnos mejor.