HHSS: en qué consisten

¿EN QUÉ CONSISTEN LAS HABILIDADES SOCIALES?

Las habilidades sociales son aquellos comportamientos que nos facilitan tener buenas relaciones con las personas que conforman nuestro entorno. Estas relaciones nos resultarán satisfactorias en la medida en que consigamos ser entendidos, comprendidos y respetados. Tienen mucho que ver con nuestros pensamientos y nuestras emociones.

La falta de habilidades sociales puede llevar al aislamiento, lo que a su vez puede complicarse en una depresión. Asimismo, no saber cómo relacionarse con los demás puede generar muchos problemas de ansiedad. En ambos casos puede verse afectada la autoestima: sentir rechazo o no ser capaz de solicitar a otras personas aquello que deseamos perjudica la imagen que tenemos de nosotros mismos.

Ante determinadas personas y/o situaciones sociales, cada individuo se comporta de tres formas distintas:

– Inhibida.
– Agresiva.
– Asertiva.

CONDUCTA INHIBIDA

Nos comportamos de forma inhibida cuando somos pasivos y nos sometemos excesivamente a las reglas externas o a los deseos de los demás, ignorando y anulando nuestros propios intereses, sentimientos, derechos, opiniones y deseos.
Una persona se comporta de forma inhibida cuando:

– Espera a que los demás adivinen lo que siente y quiere y se siente mal cuando no lo hacen.
– Se deja dominar por los demás por miedo a que se ofendan.
– Permite que otros le involucren en situaciones que no son de su agrado.
– No es capaz de decir “no”, o se siente culpable por hacerlo.
– No defiende sus derechos porque piensa que los de los demás están siempre antes.
– Se siente demasiado obligado a dar explicaciones.
– Tiene tanto miedo de expresar sus deseos que los reprime y ya ni sabe cuáles son.
– De tanto reprimir sus deseos, llega un punto en que no puede más y “explota”.
– Adapta excesivamente su comportamiento a las reglas y caprichos de otras personas y a lo que creen que los demás esperan de ellas.

CONDUCTA AGRESIVA

Es lo opuesto a la inhibición. Consiste en no respetar los derechos, sentimientos e intereses de los demás e incluso llegar a ofenderlos, provocarlos o atacarlos.

Una persona se comporta de forma agresiva cuando:

– Expresa sus sentimientos y opiniones de forma hostil, exigente o amenazadora.
– Hace un combate de un cualquier conflicto, donde se gana o se pierde, y si se cede es igual que si se perdiera.
– Confía demasiado en la eficacia de la imposición o de la violencia como métodos para resolver conflictos.
– No respeta los sentimientos y derechos de los demás.
– Justifica su forma de ser en nombre de la sinceridad y de la congruencia, pensando que lo “hace bien” porque es  sincero, dice lo que piensa, etc… cuando nada más está mirando por sí mismo.

CONDUCTA ASERTIVA

La asertividad es el punto medio entre la inhibición y la agresividad:

– No es callarse siempre, pero tampoco chillar.
– No es ceder por todo, pero tampoco imponerse.
– No es creerse inferior, pero tampoco superior.

Es defender tus derechos, pero entendiendo que acaban donde empiezan los de los demás. Se trata de una actitud de autoafirmación y defensa de nuestros derechos personales, que incluye la expresión de nuestros sentimientos, preferencias, necesidades y opiniones, en forma adecuada, respetando a los de los demás.

¿Cómo es una persona asertiva?

– Se conoce a sí misma y suele ser consciente de lo que siente y desea en cada momento.
– Se acepta incondicionalmente (autoaceptación), sin que ello dependa de sus logros ni de la aceptación de los demás.
– No exige las cosas que quiere, pero tampoco se autoengaña pensando que no le importan.
– Acepta sus limitaciones pero también lucha por realizar sus sueños.
– Se mantiene fiel a sí misma en cualquier circunstancia y se siente responsable de su vida y emociones. Es activo y se  esfuerza en conseguir sus objetivos.
– Se respeta y valora a sí misma y a los demás. Por ello es capaz de comunicarse con personas de todos los niveles, de forma abierta, directa, franca y respetuosa.
– Suele expresar adecuadamente sus opiniones, deseos y sentimientos en vez de esperar a que los demás los adivinen.

La asertividad fomenta la autoestima, porque:

–  Aumenta las posibilidades de conseguir lo que queremos.
– Incrementa las satisfacciones y reduce las molestias y conflictos producidos por la convivencia.
–  Favorece las emociones positivas, en uno mismo y en los demás.
– Los que se relacionan con la persona asertiva obtienen una comunicación clara y no manipuladora, se sienten respetados y perciben que el otro se siente bien con ellos.

DERECHOS ASERTIVOS

El no ser capaz de reconocer y defender tus derechos como persona es lo que lleva a situaciones inhibidas que pueden tornarse en agresivas cuando estás cansado de ceder siempre ante los demás. Entre los derechos asertivos están:

– Ser tu propio juez. Que otras personas no te impongan valores con los que no estás de acuerdo.
– A elegir si te haces o no responsable de los problemas de los demás, no que los demás consideren que tienes que ayudarles sí o sí apelando a tu buena voluntad o a deberes de “buen amigo” o «buen familiar”.
– A cambiar de opinión, sin que signifique que “has dejado de ser auténtico” o que “no eres fiel a ti mismo”. Las personas  estamos en constante proceso de evolución, y reconocer que te equivocas contribuye a que madures como persona.
– Derecho a cometer errores, y que no quieran manipularnos haciéndonos sentir culpables.
– A no necesitar la aprobación de los demás. Lo que no significa que seas un soberbio, ni un cabezón. Nunca podrás estar de acuerdo con todo el mundo, siempre habrá alguien que discrepe. Ten en cuenta a las personas que te conocen y  que te comprenden e ignora a aquél que intenta hacerte cambiar a su imagen y semejanza.
– A no cumplir expectativas ajenas.
– A no ser perfecto. Éste es el derecho más importante. Permítete fallos. Recuerda que errar es de humanos, así que  cuánto más te equivocas, más humano eres… y ¡aprende de tus errores!

ESQUEMA A-B-C

Entre una situación (A) y una conducta o comportamiento (C) existe un pensamiento (B) que es el que va a determinar cómo nos comportamos. Los pensamientos pueden ser fruto de ideas racionales e irracionales:

Ideas Racionales => son deseos y preferencias, probables, relativas.
Ideas Irracionales => son exigencias y necesidades (“debería”, “necesito”, “tienes que”).

A =>  B:  pensamiento irracional (-) ====> C: consecuencia – (sentirse mal)
B1: pensamiento racional   (+) ====> C1: consecuencia + (sentirse bien)

Las ideas irracionales producen ansiedad y angustia porque la persona se siente obligada a seguirlas pese a lo que pese. En el marco de los derechos asertivos, serían ideas irracionales aquellas que van en contra de esos derechos. Por ejemplo: pensar que para ser un buen amigo tienes que preocuparte por los problemas de otra persona. Pongamos un ejemplo:

Situación (A) => Un amigo (fulanito) me habla de lo mal que se lleva con otro buen amigo (menganito), poniéndole “a caer de un burro”.

Pensamiento (B) => Me molesta que hable mal de mi menganito, pero como fulanito también es mi amigo tengo que escucharle.

Conducta (C) => Escucho a fulanito mientras me reprimo de decirle que no es justo que le ponga así de mal, que no es tan mala persona. Eso me crea incomodidad y una especie de sentimiento de “traición” hacia menganito.

Si cambiamos el pensamiento (B) por un derecho asertivo, el de elegir no hacerme responsable de los problemas de los demás, la conducta cambia.

Pensamiento (B1) => Fulanito está demasiado enfadado con menganito y probablemente no ve las cosas con objetividad. Si le escucho va a pensar que le doy la razón y le va a coger más manía aún. Es mejor que me quede al margen.

Conducta (C1) => le digo a fulanito que está demasiado ofuscado, y que mejor que se calme y luego hable tranquilamente con menganito para intentar solventar sus diferencias, y que a mí me deje al margen.

El segundo pensamiento no sólo ha reducido la ansiedad de la persona que está en medio de los dos amigos, sino que puede favorecer una reconciliación entre ambos. En cambio, de haber escuchado a fulanito podría haber echado “más leña al fuego” y acabar la amistad y las buenas relaciones entre los tres.

¿TENGO HABILIDADES SOCIALES?

Para saber si tienes un problema de falta de habilidades sociales, basta con que te preguntes a ti mismo si tu forma de relacionarte con los demás te resulta satisfactoria, o si, por el contrario, te gustaría ser más hablador o menos agresivo. Puedes evaluar asimismo si crees que eres capaz de conseguir de los demás lo que deseas, si notas que te aprecian, o si por el contrario, te gustaría que otras personas cambiaran de actitud hacia tu persona, te ayudaran en algún momento dado, o se mostraran receptivos a que seas tú quien les ayude.

No se trata de tener más o menos amigos o de “mayor calidad”. No es cuestión de conseguir ser la persona más popular de tu entorno. Es, ante todo, aprender a escuchar y a hacerte escuchar. Necesitamos a otras personas desde que nacemos: sin un adulto cerca no podríamos sobrevivir, y sin personas que hablen a nuestro alrededor no aprenderíamos a hablar. No nos “fabricaron” como compartimentos estancos: somos permeables, recibimos y damos. En la medida en que ese intercambio nos resulte provechoso y placentero, mejor salud mental tendremos.

¿COMO HACE UN PSICÓLOGO PARA POTENCIAR LAS HABILIDADES SOCIALES DE UNA PERSONA?

Básicamente se trabaja la asertividad: se enseña a la persona con tendencia a la inhibición a ser asertivo identificando y aprendiendo a defender sus derechos ante los demás y a la persona con tendencia a la agresividad a reconocer los derechos de los demás y a respetarlos. Se enseña a hacer y rechazar peticiones, a resolver conflictos, a negociar, etc.

Por otro lado, en algunas personas puede ser necesario ir un poco más allá, entrando en el terreno de los pensamientos automáticos y de las convicciones personales que están “debajo” de las conductas inhibidas y agresivas. En esos casos, se trabaja con la persona para identificar dichas convicciones y contrastarlas. Es lo que en psicología denominamos reestructuración cognitiva (del conocimiento).